JESÚS EL SALVADOR
El nacimiento de Jesucristo: Un evento trascendental
El nacimiento de Jesucristo fue la encarnación de Dios mismo. En otras palabras, el mismo Dios se hizo hombre. Esto tiene un significado muy profundo y nos tomará toda la eternidad apreciarlo.
Juan 1:14 dice que el Verbo, el Dios eterno, se hizo carne, es decir, el hombre Jesús. Cuando esto sucedió, el Dios eterno salió de la eternidad y entró en el tiempo para ser un hombre de carne y sangre. Jesucristo es en realidad un hombre genuino, pero al mismo tiempo Él es Dios. Él es completamente Dios y completamente hombre
El nacimiento misterioso de Jesús se profetizó en el Antiguo Testamento.
Casí 700 años antes de Cristo, el profeta Isaías profetizó acerca del nacimiento del Señor Jesús en Isaías 7:14:
“El Señor mismo nos dará señal: He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará Su nombre Emanuel”.
Esta profecía se cumplió en el nacimiento de Cristo, un hijo nació de una virgen por medio de la concepción divina, sin tener un padre humano. Se llamó Emanuel, que quiere decir “Dios con nosotros”. Este hijo nacido de una virgen humana era el mismo Dios con nosotros.
Unos capítulos más adelante, Isaías profetizó de nuevo acerca del nacimiento de Jesús, diciendo en Isaías 9:6:
“Porque un niño nos es nacido, / un Hijo nos es dado…/ y se llamará Su nombre / Maravilloso Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Vemos un panorama en cuanto al significado de lo que Cristo es: un hijo y el Dios fuerte, un Hijo dado a nosotros y el Padre eterno.
“El niño nacido de una virgen humana es el Hijo dado por el Padre eterno. Cristo es el niño nacido tanto de la naturaleza divina como de la naturaleza humana (Mt.1:20-23), y Él también es el Hijo en la naturaleza divina dado por el Padre eterno. Mediante el nacimiento del niño divino-humano, el Padre eterno nos dio a Su Hijo divino como regalo. Mediante este regalo, todo el que cree en este Hijo amado, o sea, todo el que lo recibe, recibe la vida eterna (Jn. 3:16; 1 Jn. 5:11-12)”.
El nacimiento misterioso de Jesús se cumple en el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento nos brinda un registro de los eventos de su nacimiento.
Mateo 1:18 nos dice como este nacimiento de una virgen se llevo a cabo.
“El origen de Jesucristo fue así: Estando desposada María Su madre con José, antes que se juntasen, se halló que estaba encinta por obra del Espíritu Santo”.
La nota 1 de este versículo explica lo que esta frase “del Espíritu Santo” significa en cuanto a Cristo.
“Aunque Cristo nació de María (v. 16), era hijo del Espíritu Santo. El nacimiento de Cristo procedió directamente del Espíritu Santo (v. 20). Su fuente fue el Espíritu Santo y Su elemento era divino. Por medio de la virgen María, El se vistió de carne y sangre, la naturaleza humana, tomando la semejanza de la carne (Ro. 8:3), la semejanza de los hombres (Fil. 2:7”.
Luego, en Mateo 1:20, el ángel del Señor visitó a José para asegurarle de este hecho divino.
“Mientras consideraba esto, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”.
La primera nota de este versículo señala lo que Dios reveló acerca de Jesucristo en Su garantía a José.
“Dios primero se engendró en María mediante Su Espíritu; una vez realizada la concepción, El nació con la naturaleza humana, para ser un Dios-hombre, y así poseer tanto la divinidad como la humanidad. Éste es el origen de Cristo”.
Muchos años más tarde, al narrar esta historia misteriosa, el envejecido apóstol Juan hizo estas declaraciones profundas en Juan 1:1 y 14:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. “Y el Verbo se hizo carne”.
Estas palabras de estos dos versículos, aunque sencillas pero profundas, indican claramente que el Verbo era Dios desde la eternidad, y que el Verbo, Dios se hizo carne en el tiempo.
La nota 2 en el versículo 14 habla más acerca de lo que esto significa.
“Romanos 8:3 indica que esta carne, aunque era la carne de pecado, sólo tenía la semejanza de la carne de pecado, pero no tenía el pecado de la carne. Fue el Verbo quien se hizo carne, y éste era Dios, el Dios Trino completo (v. 1). El hecho de que el Verbo se hiciera carne significa que el Dios Trino se hizo un hombre de carne en la semejanza de un hombre pecaminoso. Al hacer esto Dios entró en el hombre pecaminoso y se hizo uno con él. Sin embargo, El tenía sólo la semejanza del hombre pecaminoso pero no tenía el pecado de éste. Así que, El era un Dios-hombre sin pecado, el Dios completo y el hombre perfecto, con dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana”.
¿De qué manera la verdad concerniente al nacimiento de Cristo nos afecta hoy?
En primer lugar, para ser un creyente genuino debemos creer que Jesucristo es más que un hombre santo, un profeta o un mártir. Él es el Dios completo eterno que vino en la carne. Éste es un asunto básico de la fe cristiana.
Dios no nos salvó al descender de los cielos de manera objetiva. El Dios inalcanzable vino a ser un hombre para que pudiéramos alcanzarlo, contactarlo y conocerlo. ¡Qué hecho tan misterioso pero a la vez maravilloso! Nuestro Dios se hizo hombre, experimentó todo lo relacionado a la vida humana y vivió una vida humana perfecta y sin pecado. Y finalmente, teniendo un cuerpo de carne y sangre ¡fue a la cruz para morir por nosotros!
Mediante Su encarnación, Dios se expresó en un hombre en la carne. Jesucristo, quien nació en un pesebre expresó al mismo Dios en todo Su rico ser y Su Persona a la humanidad. El amor, la misericordia, la justicia, la santidad, la compasión y la gloria de Dios fueron y siguen siendo expresados en la humanidad de Cristo.
Al creer en el Señor Jesucristo, somos salvos y recibimos a Jesús, Aquel que vivió una vida humana perfecta que expresa al Dios verdadero como nuestro Salvador y nuestra vida.
Si usted nunca ha recibido a Jesucristo, usted le puede recibir ahora mismo al hacer la siguiente oración:
“Señor Jesús, creo que Tú eres tanto el Dios completo como el hombre perfecto. Gracias por nacer con nuestra humanidad y llegar a ser un hombre verdadero y genuino, con divinidad y humanidad. Gracias por morir por mis pecados. Señor te recibo ahora mismo. Gracias por entrar en mí para ser mi vida. Señor vive en mí Tu vida maravillosa que expresa a Dios”.
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